Cómo enfrentarse a la inseguridad sexual

La poca comunicación, el desconocimiento o represión de los propios instintos sexuales y la sumisión a la publicidad o a un determinado estilo de vida, entre otros, son factores determinantes para que algunas personas se sientan inseguras a la hora de mantener sexo con otras personas. A muchos hombres y mujeres les amarga la posibilidad de que ese momento tan esperado… se convierta en un desastre. Sin embargo, precisamente preocuparse por esto es una de las razones del posible fracaso.

La inseguridad es inseparable de la duda, y la duda en estos casos se produce cuando las expectativas se desbordan. No se trata de anular las expectativas, sino de controlarlas y reconducirlas para que no estén enfocadas hacia un momento ideado e ideal, un momento maravilloso que muy posiblemente nunca exista. Por el contrario, puede haber momentos maravillosos que nazcan de la espontaneidad y para los cuales es imprescindible la relajación, la sinceridad y las ganas de divertirse sin planes ni momentos premeditados.

 

Malas experiencias del pasado pueden ser un obstáculo a la hora de emprender nuevas relaciones. El temor a un momento sexual fracasado del pasado puede echar al traste un momento presente. Por eso es necesario distinguir entre el pasado y el momento actual, no dejando que experiencias fallidas lastren nuevas relaciones.

Tener en cuenta que la sexualidad de hombres y mujeres va más allá de la genitalidad es otro ingrediente básico para superar la inseguridad sexual. Para muchos hombres, el tamaño del pene resulta determinante en una sociedad que potencia valores que poco tienen que ver con la realidad y la naturaleza. Muchos hombres deben tener en cuenta que una imaginación grande vale más que un pene grande.

Algunas mujeres temen parecer en exceso retraídas, frías o hasta frígidas y, así, se dejan llevar sin quererlo realmente y realizan actos para los que no están preparadas. Por otro lado, hay mujeres que tienen miedo de dar la impresión al hombre de demasiado impulsivas y fogosas, y esconden y reprimen su sexualidad, llegando a la inapetencia.

La vida sexual es algo más que emular lo que dicen en la tele o lo que sale en las películas. Autoestima, respeto, comunicación… La combinación no es fácil, pero las parejas que la llevan a cabo, tienen mucho ganado. Divertir al otro es importante, pero, en una relación natural y saludable, nadie puede ni debe proporcionar placer sexual sin obtenerlo también. Obtenerlo es el principio para que todo funcione, y, para eso, nada mejor que entregarse sin complejos y comunicando naturalmente a la pareja los deseos, además de asumir aquello que no puede cambiarse y ahondar en lo que sí se puede.