Congelar verduras

 

 

De pequeños siempre nos repetían a la hora de comer “si no te acabas las verduras no hay postre”, era la forma que encontraban nuestros padres de hacernos entender que estos alimentos son esenciales en nuestra dieta diaria.

Ya de grandes lo hemos comprendido y de hecho hasta nos gustan, solo que ahora nuestros problemas suelen ser otros, como por ejemplo la falta de tiempo.

Como es común hoy en día a veces no tenemos la oportunidad de ir con frecuencia a comprar nuestras verduras frescas. Sin embargo, eso no es excusa para no incluirlas en las comidas.

Una forma de mantenerlas conservadas en perfecto estado es congelándolas.

Las verduras a ser congeladas deben ser frescas, estar bien lavadas, sin partes dañadas y permanecer refrigeradas hasta el momento en que se vayan a preparar para su congelación.

La mayoría de las verduras pueden congelarse con buenos resultados. Solo aquellas que tienen gran contenido de agua se recomiendan congelarlas una vez cocidas.

Para que el proceso de congelación de las verduras dé los resultados deseados, el secreto radica en detener la acción de las enzimas propias de las verduras ya que éstas hacen que eventualmente se marchiten. Esto se logra sumergiéndolas en agua hirviendo por unos pocos minutos y luego en agua helada. Una vez secas se guardan, de ser posible en bolsas especiales para refrigeración o en cualquier envase de plástico, lo importante es que cierre herméticamente y que no tenga ningún tipo de fisura.

La recomendación general es consumir las verduras congeladas en un plazo aproximado de 3 meses, aunque pueden conservarse incluso hasta los 12.

Etiquetarlos con la fecha en que se congelaron permite consumir primero aquellas que tienen más días congeladas de modo que se respeten los tiempos óptimos para su conservación en buenas condiciones.