La plata se encuentra dentro de los metales más apreciados, y extendidos, de todo el mundo. Ese “brillo de la luna” nos circunda con apariencia de joyas, pero además otras piezas: vajillas, cubiertos, marcos de fotos… Y como lamentablemente todos entendemos, la plata se pone fea. Se oscurece hasta perder todo su brillo, quedando con un aspecto triste, que nos hace suponer más en “chatarra” que en un metal precioso.
Afortunadamente, limpiar plata es simple. Hablamos de un trabajo manual simple, que necesita algo de laboriosidad por tu parte, pero que da resultados espectaculares: nada como limpiar esa parte de plata, y verla brillar otra vez como el primer día. Por eso voy a explicarte 7 sistemas o trucos para limpiar plata, para que tú escojas el que mejor se ajuste a tus piezas, tus elementos, o tus pretensiones.
Cómo limpiar plata
La prevención
No sobra recordarlo. Aunque el desarrollo de ennegrecimiento de la plata es ineludible, tenemos la posibilidad de poner de nuestra parte para que las piezas estén mejor protegidas. Ten en cuenta que, además del ennegrecimiento, otro inconveniente de estas piezas son los arañazos, rayas y otras marcas. Para evitarlos en la medida de lo viable, y además asegurar mejor las joyas del ámbito, lo primordial es guardarlas en un joyero. Pero no amontonadas. El habitual batiburrillo de colgantes y anillos mezclados en una cajita sin compartimentos sólo se utiliza para que se rayen unos a otros. Es considerable tener un joyero con sus compartimentos, y a ser viable con algodón o algún otro tejido despacio que acolche las piezas.
Con un borrador
Esto no hace aparición en ningún artículo acerca de cómo se limpia la plata, y todo el planeta se llama la atención cuando lo explico. Pero es asombroso la proporción de manchas que se tienen la posibilidad de remover de una parte de plata aplicando sencillamente una goma de eliminar. No olvides probarlo antes de lanzarte a por otros procedimientos más expeditivos.
Con bicarbonato sódico
Comenzamos con los procedimientos algo más elaborados, que buscan más que nada una oposición química que elimine esa cubierta de sulfuro de plata. El primer truco, posiblemente el más populares, es usar bicarbonato sódico. Crea una pasta con agua, espárcela sobre el área de plata que quieres limpiar, y después frótala bien con un paño despacio. Eso se va a llevar el sulfuro por enfrente.
El dentífrico
Ésta es una variante aún más “casera” que la previo. Los elementos de la pasta dentífrica reaccionan con el sulfuro de plata, descartando el azufre. De modo que en piezas muy enormes (por ejemplo, bandejas o teteras de plata) puedes usar pasta dental. Primero tienes que limpiar bien el área con agua y jabón, y después utilizar la pasta con un paño. Lo dejas accionar a lo largo de unos minutos, y lo eliminas con otra ronda de agua y jabón. Y ya tendrás la posibilidad de usar esa bandeja como un espejo, si deseas.
Con amoníaco
Un sistema algo más expeditivo. En lo personal, y dados los peligros y las configuraciones accesibles, es el que menos me agrada usar. Pero trabaja bien si se hace de manera correcta. Hablamos de combinar una sección de agua ardiente con otra de amoníaco, precisamente en la misma proporción. Esta conjunción descarta el sulfuro de plata a enorme agilidad, pero el amoníaco es un agente muy abrasivo: si te pasas, puede terminar afectando la parte. De hecho, si hablamos de una joya en la que hay gemas, o fundamentalmente perlas, es preferible que lo olvides, porque a ellas seguramente les afectará. El amoníaco, entre otras cosas, corroe el nácar que recubre la perla, y le proporciona ese brillo tan particular.
El mezclado “lavavajillas”
Una mezcla que proporciona buenos resultados: un vaso de agua ardiente, un puñado de sal gorda, una cucharada de vinagre, y un chorro de líquido lavavajillas. Revuelve bien (interesa que la sal se vaya disolviendo en el agua) y sumerge en esta satisfacción las piezas de plata. Déjalas un cuarto de hora, acláralas debajo del grifo, y sécalas con un paño: como novedosas.
Imagen de joyasenoroydiamante.com